La historia de los
espejos es bastante impresionante. Existen tantos mitos, leyendas, cuentos y un
sin fin de usos para ellos que resulta increíble. Desde crear portales a otros mundos, conjurar espíritus y demonios; hasta la mujer que se arregla cada mañana
frente a él.
Yo solía no tener
espejo en mi habitación sin ninguna razón aparente. Un día decidí pedir uno a
mis padres ya que me facilitaría mi arreglo personal cada mañana. Y la búsqueda
comenzó. Peinadores, espejos de cuerpo completo, cuadrados, redondos… jamás
logré decidir.
Una tarde pasó un señor
vendiendo espejos con marcos de madera bastante lindos realmente, y nada caros
debo agregar. Así que mi madre decidió comprarme uno a mí y uno a mi hermana. Y
debo admitir que es un espejo hermoso con un precioso con marco de madera en
color negro que podía ajustarse su inclinación perfectamente.
Y ese fue el día en que
todo comenzó.
Pesadillas comenzaron a
aparecer todas las noches sin falta. Comenzaba a despertar sin razón aparente
bastante alterada. Mis mascotas le lloraban al espejo y luego intentaban salir
corriendo de mi habitación.
Me encontraba en un
terrible vacío nocturno al despertar, constantemente mirando a la nada, en
otras ocasiones mirando al espejo fijamente.
Una noche, varios meses
después de eso, bajo el frío nocturno me encontraba tranquilamente dormida
cuando unos golpes en un cristal comenzaron a resonar por la habitación. Mi
temor era que proviniera de mis ventanas, no sabría que hacer si así fuera.
Cerré los ojos y respire profundamente intentando concentrarme en el sonido,
tratar de distinguir de donde provenía.
Y me di cuenta.
Afuera de mis ventanas
no había mas que silencio y obscuridad, los cristales de mis ventanas no eran
el nacimiento del sonido, sino algo dentro de la habitación.
Simplemente intenté
apretar los dientes y no dar la mas mínima muestra de que estaba despierta,
solo intentaba dormir de nuevo hasta que lo logré. Totalmente consumida por la
obscuridad, aturdida por esos golpes en el espejo. Los golpes cesaron con el paso
de la noche, creo yo.
Noches después, bajo un
sueño profundo, una pesadilla nuevamente apareció. Me encontraba dormida y
volvía a escuchar esos inquietantes golpes, bajo un estado de somnolencia
lograba echar un vistazo y me veía a mi misma reflejada, de pie, mirándome
fijamente. Me giraba dándole la espalda, a final de cuentas era solo un mal
sueño. Y un frío inquietante recorrió mi espalda, desde la nuca hasta la parte
baja de mi columna; y un peso indescriptible cayó sobre mi.
Entonces me giré a echar
un vistazo nuevamente. Y ahí estaba yo, pálida y delgada mirándome fijamente.
Pude verme gritar, un grito ensordecedor que solo logró hacerme despertar.
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